Cuando mi bebe nació, después de la gran emoción de verlo por primera vez, además de el increíble sentimiento de amor hacia una persona tan pequeñita, empecé a comprender la gran responsabilidad que recaía en mi y en mi esposo.
No es solamente la responsabilidad de alimentar, vestir y educar al niño, si no la responsabilidad de dar un buen ejemplo y además de formar en él una buena autoestima.
Creo que muy pocas veces, nos damos cuenta de la gran influencia que tienen nuestro ejemplo y el trato que le damos a nuestro hijo para la formación de su autoestima.
Desde que ellos nacen, como comúnmente se dice, absorben todo cual esponjas, es por eso que de nuestro trato hacia ellos depende cuan alta o baja se su autoestima.
Muchas veces vemos como algo común que se le grite a un niño, ¡¡¡ Parece que no vez!!!, ¡¡¡Fíjate lo que haces!!!, ¡¡¡Eres un tonto!!!, ¡¡¡¡¡ No puedes hacer nada bien, eres un inútil!!!,etc., después de romper o tirar algo, o al no obtener los resultados que esperamos de nuestros hijos, pero no reparamos en el daño que esto hace en su mente y corazón, ocasionando baja autoestima. Recuerden, son como una esponja, y todas estas frases entran en su mente y en su corazón, para quedarse.
Cuando este niño maltratado verbalmente, llega a una edad adulta y se enfrenta a algún fracaso por más simple y pequeño que este resulte, en lugar de tomarlo como un aprendizaje, empezara con reproches hacia el mismo, reproches demasiado duros que no le permitirán seguir adelante y siempre creerá que es un fracasado, que no puede hacer nada bien, que cualquier persona es mejor que él y que no merece que nadie le demuestre amor.
En cambio cuando alentamos a nuestros hijos, y los apoyamos, haciéndoles saber que ellos pueden hacer todo lo que se propongan, cuando los enseñamos a aceptar un fracaso, aprender de él y seguir adelante, cuando los hacemos entender que habrá cosas que tal vez serán difíciles pero con trabajo y dedicación las podrán lograr, cuando después de romper o tirar algo por accidente, los hacemos levantarlo o repararlo sin hacerlos sentir inútiles, cuando les hacemos saber que ellos son muy importantes para nosotros y cuanto los amamos; entonces tendremos hijos adultos que sabrán seguir adelante después de un fracaso por grande que este sea, se sentirán amados y podrán llegar a ser hombres y mujeres de éxito.
Y entonces vendrá nuestra recompensa, a que madre o padre no hace le feliz y orgulloso ver a sus hijos triunfar.
No es solamente la responsabilidad de alimentar, vestir y educar al niño, si no la responsabilidad de dar un buen ejemplo y además de formar en él una buena autoestima.
Creo que muy pocas veces, nos damos cuenta de la gran influencia que tienen nuestro ejemplo y el trato que le damos a nuestro hijo para la formación de su autoestima.
Desde que ellos nacen, como comúnmente se dice, absorben todo cual esponjas, es por eso que de nuestro trato hacia ellos depende cuan alta o baja se su autoestima.
Muchas veces vemos como algo común que se le grite a un niño, ¡¡¡ Parece que no vez!!!, ¡¡¡Fíjate lo que haces!!!, ¡¡¡Eres un tonto!!!, ¡¡¡¡¡ No puedes hacer nada bien, eres un inútil!!!,etc., después de romper o tirar algo, o al no obtener los resultados que esperamos de nuestros hijos, pero no reparamos en el daño que esto hace en su mente y corazón, ocasionando baja autoestima. Recuerden, son como una esponja, y todas estas frases entran en su mente y en su corazón, para quedarse.
Cuando este niño maltratado verbalmente, llega a una edad adulta y se enfrenta a algún fracaso por más simple y pequeño que este resulte, en lugar de tomarlo como un aprendizaje, empezara con reproches hacia el mismo, reproches demasiado duros que no le permitirán seguir adelante y siempre creerá que es un fracasado, que no puede hacer nada bien, que cualquier persona es mejor que él y que no merece que nadie le demuestre amor.
En cambio cuando alentamos a nuestros hijos, y los apoyamos, haciéndoles saber que ellos pueden hacer todo lo que se propongan, cuando los enseñamos a aceptar un fracaso, aprender de él y seguir adelante, cuando los hacemos entender que habrá cosas que tal vez serán difíciles pero con trabajo y dedicación las podrán lograr, cuando después de romper o tirar algo por accidente, los hacemos levantarlo o repararlo sin hacerlos sentir inútiles, cuando les hacemos saber que ellos son muy importantes para nosotros y cuanto los amamos; entonces tendremos hijos adultos que sabrán seguir adelante después de un fracaso por grande que este sea, se sentirán amados y podrán llegar a ser hombres y mujeres de éxito.
Y entonces vendrá nuestra recompensa, a que madre o padre no hace le feliz y orgulloso ver a sus hijos triunfar.
Por : Elizabeth Monsivais
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